Rentas, cargas y vasallajes de nuestros antepasados

Ramón Romar

CARBALLO

RAMON ROMAR

MI ALDEA DEL ALMA | Arrendamientos de lugares a cambio de 14 ferrados de trigo, una gallina o dar cobijo a una de las hijas...

04 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Antonio Romar Lema nació en Cabo da Area, en el año 1784. Se vino a vivir a Fornelos (Baio) como heredero de su tío Andrés, y se casó con Francisca Leis Varela, natural de Dombate, Cabana. Fueron mis trastatarabuelos (los padres de mis tatarabuelos). En su vida, como todos en su tiempo, tuvieron que rentas, cargas y vasallajes en una economía de autoabastecimiento y de tintes feudales.

Tenemos constancia de las herencias que recibieron, tanto de su tío como de sus padres. Si a esto le unimos los datos de los archivos parroquiales de Baio, podemos decir que estamos ante una familia de labradores de «clase media» de la época. Pero hay que tener en cuenta también las cargas que tenían los labradores.

Sobre el año 1813, su tío arrendó «un lugar» a José de Chans, vecino de Corme, compuesto de una casa y unas cuantas fincas. Las condiciones que le impuso por el arrendamiento eran un tanto leoninas. Tenía que pagarle 14 ferrados de trigo anuales, más las cargas que ya tenía el lugar: 8 ferrados de trigo de censo a la iglesia de Baio, otro de censo a la ermita de Santa Elena, y otro y una gallina a la Casa de Aprazaduiro. Todo esto con la condición adicional de que tenía que dar cobijo, mientras viviera, a Juana (hija del anterior arrendatario), y compartir con ella el 50 % de los bienes raíces. En estas condiciones vivieron dos matrimonios, cinco hijos y Juana, hasta que murió en 1824. Todos juntos en torno al ganado y al fuego de «a lareira».

Pagaban por la herencia de Francisca, a Pascual Rosendo, vecino de Santiago, cuatro ferrados de trigo y una gallina, y a la casa de Romelle medio ferrado de trigo. Los vecinos de la parroquia pagaban al Monasterio de Santo Domingo, de Santiago, tres cargas y media de trigo (unos 42 ferrados), según mandato de Urraca de Moscoso en su testamento de 1498.

Pleito de 1680

Y los vecinos de Fornelos, por acuerdo de un pleito del año 1680, pagaban lo que se llamaba Foro de Lei: un ferrado de trigo anual entre 20.

Según el Catastro de la Ensenada, la parroquia de Baio, a donde pertenece Fornelos, pagaba: «…el servicio de Carnero de Lovo asciende a treinta y nuebe Reales —el de Gallina de Dehesa a veinte Reales—, el de Gallina de viuda a seis Reales —el de vasallage a diez y ocho Reales—, el de Luctuosa a diez y seis Reales, —el Ganado mostrego ocho Reales y el noveo de los montes que se estivada a diez y seis Reales».

Una vejación

La luctuosa era una auténtica vejación para el ser humano. Cuando moría el cabeza de familia, los herederos tenían que entregar al señor feudal (laico o religioso) el mejor animal de cuatro patas de la casa.

La oblata y el voto del Apóstol los percibía íntegros el párroco: medio ferrado de trigo de cada vecino por la oblata, y los vecinos que labraban la tierra pagaban medio ferrado de centeno al santo Apóstol por razón del voto.

El párroco también recibía: las rentas de las fincas de la iglesia, el censo de otras, las limosnas del cepillo, la cuota de los cofrades, las misas de fundación, los responsos, las misas, las promesas que hacían a los santos, las bulas, los «torresmos» (trozo de carne de cerdo) del carnaval, los huevos de pascua, el dinero procedente de la venta del «porco de san Antonio» la dispensa por consanguinidad (por casar siendo familiares o para anular el matrimonio, que sí existía), y otras prebendas.

A toda esta retahíla había que añadirle la cuota de la Cofradía de Santísimo. Con ella, hace 400 años, pagaban el aceite de la lámpara del Santísimo todo el año, los gastos religiosos del día de Corpus, y los de la gran comilona que hacían para festejar este día. Y a cambio de lo que pagaban ¿Qué recibían? Nada. Porque escuelas, carreteras y sanidad no había.

Como dice Enrique Labarta, escritor de Baio, en O Tío Miseria: «…Gráceas a Dios ó bon do petrucio nunca lle faltou nada neste mundo… para morrer de fame».