Los testamentos vitales se duplican en A Coruña: «A maioría son mulleres, elas saben o que é coidar no final da vida»

R. Domínguez A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Luz Campello, jefa del servicio de Trabajo Social del Chuac, en una de las oficinas del equipo donde se tramitan hasta el 80 % de los documentos de instrucciones previas de los pacientes
Luz Campello, jefa del servicio de Trabajo Social del Chuac, en una de las oficinas del equipo donde se tramitan hasta el 80 % de los documentos de instrucciones previas de los pacientes Marcos Miguez

El servicio de Trabajo Social del Chuac, por el que pasan hasta el 80 % de los casos, gestionó 629 documentos de instrucciones previas en el 2023

05 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Hubo un parón durante el covid y a saber si lo vivido actuó, también, como una especie de resorte más para una sociedad cada vez más sensibilizada, y reivindicativa, de la autonomía personal. También para decidir cómo morir. La pandemia dio bastante que pensar y quizá algo tuvo que ver con la preocupación por dejar atada la forma en que deseamos ser tratados cuando ya no podamos decidir sobre los cuidados en el momento de la despedida. La formalización de lo que se denomina documento de instrucciones previas, en el que una persona deja constancia por escrito y con antelación del tratamiento médico que quiere recibir en el caso de una enfermedad irreversible o un accidente que le impida expresar su voluntad por sí misma, es cada vez menos rara en A Coruña.

En el servicio de Trabajo Social del Chuac lo constatan. Sin contar los que se rubrican ante notario o incluso de forma más personal con tres testigos —dos al menos no pueden tener relación familiar ni patrimonial con el firmante— es en los puntos del Sergas donde se formalizan casi ocho de cada diez de estas últimas voluntades.

A lo largo del año 2022, en las oficinas que el equipo tiene distribuidas en los hospitales y centros de especialidades del área sanitaria prestaron atención, de forma presencial, a 395 personas interesadas en consultar cuestiones acerca de la preparación del testamento vital. De ellas, 323 tramitaron el documento. Un año después, las consultas ascendieron hasta 746, un 89 % más, y 629 de los atendidos acabaron suscribiendo sus voluntades. Fueron casi el doble que en el ejercicio anterior, exactamente un 95 % más.

«Houbo un crecemento impresionante, a nós mesmas nos sorprendeu esa enorme demanda de xente que ademáis soe vir xa bastante informada e ten moi claro o que quere», enfatiza Luz Campello, la responsable del servicio de Trabajo Social del área sanitaria coruñesa.

¿Y qué es lo que quieren? El documento, sencillo pero amplio, ya limita el derecho a decidir por anticipado a una situación concreta, aquella en la que, por un deterioro cognitivo, un coma o similar, el paciente no pueda pronunciarse. De llegar a ese escenario «piden non ter dor, dispor de coidados de confort, coa sedación incluida, e a limitación de técnicas de soporte vital», resume la especialista del Chuac.

Donación y eutanasia

Ponerse en la situación de un proceso sin retorno empuja a que cada vez más personas prefieran no solo no prolongar ni aplazar más lo inevitable «por dignidade personal», sino acogerse al derecho a decidir para facilitar ese tránsito «tamén por non xenerar problemas á súa familia; saben que hai un fin e, aínda que a ciencia permite prolongar ese estado certo tempo, a lei tamén permite limitar esa intervención clínica nese contexto irreversible», apunta Campello.

En el mismo documento pueden indicarse también otros aspectos, como el deseo de donar los órganos, algo que el año pasado expresaron hasta el 50 % de los que firmaron el testamento vital. «É verdade que a xente máis maior pensa que os seus órganos non van a servir», apunta.

Si se prefiere, también se puede nombrar a una persona, familiar, amigo o incluso un profesional sanitario como interlocutor con los equipos asistenciales cuando llegue la hora de los cuidados o para iniciar procedimientos nada fáciles. Aprecian las trabajadoras sociales, en este sentido, una evolución significativa desde que la normativa permite reflejar si se estaría de acuerdo, en el caso de encontrarse en uno de los supuestos recogidos en la ley de eutanasia, en que se le aplicase ayuda para morir. «O ano 2022 o 43 % deixaron por escrito que si, e este ano subiu ao 64 %».

La mayor parte, gente sana

A 31 de diciembre pasado, en Galicia había 17.217 personas con su documento de instrucciones previas ya firmado. El 48 %, casi 8.300, eran vecinos de la provincia de A Coruña.

Cree Luz Campello que los datos confirman cuánto importa, aquí también, el factor género: «Ata o 65 % son mulleres», dice. «Ten moito que ver: as mulleres saben que elas van a ter menos dispoñibilidade de coidadores porque elas son as que coidan. Saben o que é coidar no final da vida, saben en moitos casos o que fixeron elas a outras persoas e non queren encontrarse nesa situación, expresan abertamente que non consideran que iso sexa calidade de vida», explica.

Aunque los hay más jóvenes, la mayor parte de los que se acogen a este derecho, siete de cada diez, superan los 50. Un 22 % tienen entre 50 y 60 años, el 28 % están entre los 60 y los 70, y otro 20 % ya pasan de la séptima década de la vida. En todo caso, «a maioría é xente sa», confirma la responsable del servicio, ya que apenas un 20 % declaran sufrir una enfermedad crónica progresiva o estar pendientes de una intervención quirúrgica o de algún proceso de salud. «Son persoas sas que queren evitar problemas de decisión ás súas familias, ós fillos sobre todo», agrega.

Se refleja también esa misma motivación en las indicaciones escritas sobre cómo ser cuidados en la hora final. «Hai quen quere morrer na súa casa, pero tamén quen indica que o leven para unha residencia. Isto. axuda moito sobre todo aos fillos, quítalles unha responsabilidade de decisión; cada vez vemos máis independencia na xente, sobre todo nos máis novos», concluye.