Los coches eléctricos serán más baratos que los de combustión en tres años

Z. Aldama MADRID / COLPISA

ECONOMÍA

CHINA DAILY | REUTERS

El precio de las baterías se desploma y China aviva la competencia en un mercado que comienza a tener masa crítica suficiente

28 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La economía de escala —cuanto más se produce de algo, más barato sale— y la ley de la oferta y la demanda —cuanto mayor es la oferta de un producto, más barato es— son dos de las razones por las que los vehículos eléctricos, cuyo mercado comienza a tener la masa crítica suficiente para que las marcas apuesten por él, serán más baratos que los de combustión en el 2027. «Gracias a las nuevas tecnologías que se están desarrollando alcanzarán la paridad de precio mucho más rápido de lo esperado». Es la predicción que este mes ha hecho la consultora Gartner. Y no es la única que apunta en esa dirección. Goldman Sachs Research estima que las baterías, el principal componente de esta tecnología de propulsión (puede suponer hasta el 40 % del precio del vehículo), se abaraten en un 40 % entre los años 2023 y 2025.

Este año ya se notará una reducción sustancial, porque el kilovatio hora (kWh) pasará de costar 151 dólares a 115. El impacto en el precio de un coche eléctrico es notable: solo en febrero, en Estados Unidos cayó en 2.000 dólares. Si se cumplen las previsiones, en el 2030 el kWh se situará en 69 dólares, un aliciente económico que impulsará al vehículo eléctrico a una cuota de mercado del 68 % en la Unión Europea (UE).

China, pieza clave

Y gran parte de este hecho estará relacionado con lo que sucede en China, el principal productor de baterías del mundo con un 77 % del total mundial y seis de los diez mayores fabricantes. Pero su impacto no solo se va a sentir en el mercado de los componentes, porque las marcas chinas también han lanzado un órdago y están introduciendo cada vez más modelos en nuestro mercado. Su estrategia, la de siempre: ofrecer la mejor relación calidad-precio.

La diferencia en este caso estriba en que China es también el país que más está desarrollando la tecnología de baterías. Y que lo hace en un momento en el que las marcas de automoción han adquirido el conocimiento necesario para competir también en prestaciones y diseño. A esto se suma una enorme capacidad de producción que llega en un momento de ralentización económica, por lo que el aliciente para exportar sus vehículos, algo que no suele resultar especialmente rentable, es mayor.

Buen ejemplo de ello es lo que está haciendo BYD, la empresa que más vehículos eléctricos fabrica en todo el mundo. Después de haber abierto camino en China y de haber estilizado los toscos diseños de sus inicios, ahora se embarca en la conquista de Europa. Literalmente. Porque ha encargado siete buques Ro-Ro para poder transportar directamente hasta 7.000 automóviles en cada tacada. «La flota de estos barcos es limitada y eso ha disparado los precios hasta superar los 115.000 dólares al día. En los próximos dos años adoptaremos los siete adquiridos para tener un canal directo hacia los consumidores de todo el mundo», apuntan fuentes de BYD, que ya tiene a flote el BYD Explorer 1 para viajar a Europa.

Para entender esta ambición hay que ver la progresión de la marca: en el 2022 exportó 55.000 coches; el año pasado, más de 240.000. Y le gustaría llegar a medio millón. Es una buena noticia para los consumidores, porque esta abundancia arrastra los precios a la baja. Incluso los de Tesla, porque la marca de Elon Musk ha anunciado esta semana el desarrollo de un modelo low cost, con el que pretende competir con los coches chinos. Costará en torno a 25.000 euros, y podría estar en el mercado a principios del año próximo.

No se sabe aún gran cosa sobre ese modelo más económico, pero todo apunta a que no se diferenciará mucho de su hermano mayor, el Model 3. Algunos incluso especulan con la posibilidad de que sea una versión muy básica de ese, y no el rumoreado Model 2. En cualquier caso, Musk ha avanzado que se construirá sobre las plataformas existentes, «lo cual resulta más eficiente», y que incluirá «algunos aspectos» de las futuras plataformas. En Estados Unidos sus principales competidores también han comenzado a reducir los precios hasta un 25 %. Con los subsidios, la brecha que separa al motor eléctrico del de combustión se reduce aún más. El mercado determinará si es lo suficiente para que el consumidor se decida a dar el salto.

La amenaza de los aranceles impulsa la fabricación en Europa

Cualquier marca que desee comercializar grandes volúmenes en un mercado concreto sabe que debe instalarse allí: tanto con plantas productivas como con una red de concesionarios y puntos de servicio. Y eso es lo que están haciendo los fabricantes de China con Europa.

La última marca en llegar al Viejo Continente ha sido Chery, que se establecerá en las instalaciones barcelonesas que hasta 2021 ocupó Nissan. Es una sustitución interesante porque muchos expertos ven en la estrategia china elementos de la deslocalización que antes protagonizaron japoneses y surcoreanos con marcas ahora tan populares como Toyota o Kia.

«China llevaba décadas preparando este paso», analiza Cristian Castillo, profesor de Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya. «En los últimos 30 años, Occidente ha deslocalizado la industria a Asia y se ha especializado en diseño. Mientras tanto, China ha ido adquiriendo conocimiento y también la hegemonía en los diferentes eslabones de la cadena de suministro: desde la extracción y el refinado de materias primas, hasta la fabricación», añade.

Y en esa coyuntura el gigante asiático ha apostado por el desarrollo de vehículos eléctricos, que ahora resultan extremadamente competitivos. Tanto que la Unión Europea ha abierto una investigación que puede desembocar en la imposición de aranceles. Pero si los coches son fabricados en Europa las sortearían. Y eso es un aliciente clave.

Por eso, diferentes países y regiones del continente compiten para atraer a las marcas chinas. De momento, el este se impone. Hungría, por ejemplo, recibió el año pasado nada menos que 10.000 millones de euros de inversiones chinas. BYD, el mayor fabricante de vehículos eléctricos del mundo, tiene ahí puesta su mirada, lo mismo que Great Wall, que ya en su día se implantó en Bulgaria y que también sopesa el atractivo de la República Checa. Por su parte, MG, propiedad ahora de SAIC, busca emplazamiento para su fábrica de eléctricos y España está entre las posibilidades que más suenan.