El zulo hallado en un establo para caballos en Arousa se construyó para esconder alijos de cocaína

Javier Romero Doniz
Javier Romero VIGO / LA VOZ

GALICIA

Un agente desciende al zulo donde había 220 kilos de cocaína en un espacio de dos metros de alto y dos de ancho y largo, en abril del 2023, en la misma finca en Vilagarcía.
Un agente desciende al zulo donde había 220 kilos de cocaína en un espacio de dos metros de alto y dos de ancho y largo, en abril del 2023, en la misma finca en Vilagarcía.

Los tres cabecillas de la organización gestionaban la compra de la droga y de los coches para distribuirla;  también pagaban por habitáculos en los turismos que se abrían mediante códigos consistentes en introducir la llave en el contacto, bajar uno de los parasoles delanteros e insertar una tarjeta en una cavidad creada bajo el aire acondicionado

30 abr 2023 . Actualizado a las 12:02 h.

Picur llegó de Madrid para sumarse el miércoles a los 15 registros autorizados por la Audiencia Nacional en las provincias de Pontevedra y Lugo. La Guardia Civil desplazó a este pastor alemán de su unidad cinegética a un establo de caballos en Rubiáns, Vilagarcía, propiedad de familiares de uno de los considerados cabecillas de la trama desmantelada, Marcelino Baloiras. Picur recorrió la explotación equina sin alterarse, olfateando, hasta que, bajo un escudo heráldico colgado en la pared, el perro detectó un olor a cocaína que lo puso en alerta. Señaló con sus patas un mueble repleto de objetos viejos y polvorientos. Los agentes del Equipo Contra el Crimen Organizado (ECO) en Galicia movieron los enseres y se toparon con una plancha metálica. Baloiras, a unos metros, presenciaba todo con actitud altiva. Al ver que sus captores dieron con la plancha, se hundió. Los investigadores la desplazaron y hallaron un agujero de un metro cuadrado. Al fondo, en la oscuridad, distinguieron una escalera.

Un agente descendió peldaño a peldaño hasta pisar el suelo. La linterna que sujetaba le puso en bandeja siete bolsas grasientas de deporte que desprendían un fuerte olor a aceite y salitre. Ese hedor a líquido de motor y mar incluso sirvió para especular con que pudieran haber llegado de Sudamérica recientemente tras consumar una descarga. Dentro de las bolsas, 220 paquetes de un kilo de cocaína. En el zulo, de dos metros de alto, largo y ancho, no había nada más. Solo paredes de hormigón levantadas en algún momento con el único propósito de esconder alijos de cocaína, concluye la investigación. La droga incautada, valorada en más nueve millones de euros, supone lo más llamativo de la operación Carplaya. Pero no lo más relevante.

Los doces meses de investigación permiten dibujar un esquema completo de la organización desmantelada, tanto en su rama de tráfico de drogas como de blanqueo de capitales. Una estructura criminal de liderazgo compartido presuntamente por Roberto Gómez, Marcelino Baloiras y Jorge López. Gómez, de O Salnés, sería el responsable de obtener portes de cocaína igual de lucrativos que el decomisado en el establo de caballos. Policialmente, a mayores, se le ubica haciendo trabajos por su cuenta de piloto de narcolanchas. Un rol que, de ser cierto, le daría acceso a alijos que pesan toneladas. Baloiras está acusado de asumir el almacenamiento de la cocaína que comercializaba la organización. También, de obtener coches y gestionar las modificaciones necesarias para esconder la droga que distribuían por el noroeste español y Portugal.

Baloiras fue testigo de los registros en su casa de Rubiáns y en el establo de caballos, propiedad de familiares.
Baloiras fue testigo de los registros en su casa de Rubiáns y en el establo de caballos, propiedad de familiares.

El considerado tercer cabecilla era, hasta esta semana, un mirlo blanco. Es Jorge López, de Tui e hijo de un comisario jubilado de la Policía Nacional con el que no tiene relación. Su ficha policial se estrenó con la detención del pasado miércoles en su casa de la villa fronteriza. Al igual que Baloiras, está acusado de obtener y gestionar más coches para repartir cocaína entre clientes en la Península. A mayores, López haría de enlace entre las ramas de O Salnés y el sur de la provincia de Pontevedra que integraban la organización. Suyos serían también los contactos en el norte de Portugal para distribuir cocaína. El trabajo de campo de los últimos doce meses permitió saber al ECO Galicia de la Guardia Civil que López se rodeaba de gente de confianza. En su mayoría, amigos de la infancia con los que se adentró en este submundo. También Baloiras se rodeaba de gente confianza, como su cuñado.

Códigos de apertura

La flota de hasta 15 coches utilizados para transportar cocaína desde O Salnés a las provincias de A Coruña, Lugo y Ourense, además de Asturias, Castilla y León, Madrid y Portugal, evidencia la profesionalización de la trama desarticulada. No hacían más de un desplazamiento al día y con un máximo de 50 kilos. Viajaba el conductor solo y podía recorrer hasta 600 kilómetros en una jornada. Bajo los asientos delanteros o traseros de cada turismo se habilitaron zulos de acceso complejo. Solo posibles de abrir mediante un código. Para acceder al escondite de uno de estos coches es necesario introducir la llave en el contacto, bajar uno de los parasoles delanteros e insertar una tarjeta en una cavidad creada bajo el aire acondicionado. Así se acciona el sistema hidráulico que abre el zulo.

El resto de los turismos tienen su propio código, y la investigación cree que se preparaban en un taller clandestino situado en Valadares, Vigo. Pero mas sofisticada resulta la apertura de otro zulo detectado durante el registro de una casa en Ponteareas. Se halló un mando cerca, similar a los utilizados para abrir puertas de garaje. Ya la combinación de botones pulsados en el orden correcto activó el brazo hidráulico para abrir la puerta y sorprender a los presentes.

Importación de coches de Europa para lavar dinero y 55 cuentas de banco embargadas

No solo la tecnología de vanguardia contratada y utilizada por los investigados refleja el alcance dela trama que presuntamente protagonizaban. Están acusados de delitos contra la salud pública e integración en organización criminal. Pero también, de blanqueo de capitales obtenidos gracias al narcotráfico. A Roberto Gómez le decomisaron unos 150.000 euros en su casa; a Marcelino Baloiras, 140.000, y a Jorge López, 60.000. Ya el dinero total confiscado en los 15 registros se eleva a 640.000 euros. A mayores, se han inmovilizado más de 4 millones de euros entre sociedades mercantiles, bienes inmuebles, embarcaciones, y 55 cuentas bancarias se han bloqueado. Incluso se halló un coche deportivo con un valor de mercado de 140.000 euros. El músculo financiero atribuido a esta organización justifica el elevado ritmo de vida que los investigados evidenciaron durante el último año de pesquisas. Viajes, mobiliario para sus viviendas, ropa de marcas caras y coches de alta gama sin apenas ingresos legales e integrando sociedades mercantiles en precaria situación económica.

Llama la atención en el conjunto de la operación Carplaya la rama de la organización asentada en el sur de la provincia de Pontevedra. La lideraba, según recoge el sumario, Jorge López en connivencia con amigos de la infancia. Figuraban al frente de sociedades mercantiles de reciente creación y se desplazaban al centro de Europa para comprar coches de alta gama. Se cree que los pagaban en metálico con dinero de la droga y, ya en España, los vendían para legalizar las ganancias obtenidas. La parte fiscal de la investigación proseguirá en la Fiscalía Antidroga y en el Juzgado Central número 6 de la Audiencia Nacional, que por ahora mantiene declarado el secreto de la actuaciones.