Un ciudadano serbio acuchilló a un gallego de O Salnés por lanzar fardos de cocaína al agua escapando en una narcolancha en Huelva

Javier Romero Doniz
Javier Romero VIGO / LA VOZ

GALICIA

La planeadora, con 600 kilos de coca y donde la investigación ubica a dos gallegos, fue grabada por bañistas huyendo de la Guardia Civil frente a la playa de Torre de la Higuera (Huelva)
La planeadora, con 600 kilos de coca y donde la investigación ubica a dos gallegos, fue grabada por bañistas huyendo de la Guardia Civil frente a la playa de Torre de la Higuera (Huelva)

Integraban una organización internacional desmantelada esta semana en el Estrecho, y que tenía su centro de operaciones en Lisboa; los dos gallegos de Barro y Cambados están detenidos y en prisión aquel alijo de 627 kilos de polvo blanco

21 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El buque Bader III zarpó en marzo de Cartagena de Indias cargado con ganado y 1.200 kilos de cocaína en algún lugar de sus 204 metros de eslora. Entre su tripulación figuraba el ciudadano serbio Radomir Z., que nada tenía que ver con el buen funcionamiento de este barco con bandera de Palau ni con el mantenimiento de las cabeza de ganado. Radomir se encargaba de velar por el alijo en representación de la organización de Europa del Este a la que se remitía este porte valorado en 20 millones de euros en el mercado negro.

El Bader III cruzó el Atlántico para atracar en su siguiente destino, Egipto, tras cruzar el Estrecho de Gibraltar. A medida que se acercaba a la Península, en algún punto entre Huelva y Cádiz, en la clandestinidad, zarpó a su encuentro una planeadora rígida de las diseñadas para adentrarse en el Atlántico varios centenares de millas náuticas; no de las semirrígidas fabricadas para llegar al esprint a Marruecos y volver con la misma intensidad a España. A bordo de la narcolancha iban dos gallegos y un gaditano. Iván Abal, afincado en Barro y apodado el Rubio, y Santiago R., de Cambados, formaban presuntamente el elenco gallego. La investigación sitúa al Rubio al frente la tripulación y del timón, que domaba los más de 600 caballos que propulsaban la embarcación.

La primera parte del plan salió bien. Se citaron en alta mar con el Bader III y recogieron al menos 627 kilos de cocaína de los 1.200 cargados en este buque antes de zarpar del caribe colombiano. El serbio Radomir Z. se subió a la planeadora junto a los dos gallegos y el gaditano para seguir velando por la seguridad del alijo. La narcolancha puso rumbo a España sin imaginar que lo peor estaba por llegar. El trayecto hasta la Península fue sosegado. Los problemas asomaron en forma de patrulleras y un helicóptero de la Guardia Civil. A mayores, otro de Vigilancia Aduanera. Ocurrió el pasado 5 de abril.

La persecución tensó el ambiente a bordo de la planeadora. Uno de los dos gallegos no lo vio claro y entró en pánico. No ha trascendido cuál de los vecinos de O Salnés fue, pero uno de ellos entendió que la solución a sus problemas pasaba por tirar la mercancía por la borda. Fueron pocos fardos, menos de cinco, pero aquello encendió la ira de Radomir Z., notario de la droga y en consecuencia la persona que responde con su vida por la integridad de cada gramo. La investigación y los testigos de la persecución sostienen que Radomir Z. se lanzó sobre ese compañero de travesía para agredirlo no solo con las manos. También con un arma blanca que portaba. Se llevó varios cortes y algún golpe más mientras el piloto de la embarcación exprimía hasta el último caballo de los motores de la lancha. Todos los hechos se recogen en el sumario que instruye el Juzgado número 3 de Sanlúcar de Barrameda.

Pasto de la Guardia Civil

Pero el peor parado de la reyerta en alta mar fue Radomir Z. En un requiebro de la lancha, por un volantazo para intentar despistar a los captores, este ciudadano serbio salió disparado y acabó en el agua. Fue pasto inmediato de la Guardia Civil, que lo recogió y arrestó. Pero la persecución continuó con más percances. El Rubio se dio de bruces contra un hierro de la lancha y varios dientes saltaron por los aires. Lo siguiente fue llegar a la misma costa de Huelva, frente a la popular playa de Torre de la Higuera, en Matalascañas, a las dos de la tarde. Numerosas personas fueron testigos de la huida a pocos metros de la arena, la grabaron con teléfonos y difundieron hasta hacerse viral en las redes sociales.

También hay vídeos de los agentes de la Guardia Civil recogiendo los fardos que llegaban a la orilla. No muy lejos, los dos gallegos, uno con cortes en el cuerpo tras la pelea con Radomir Z., y el ciudadano gaditano lograron tocar tierra, vararon la lancha con casi todo el alijo a bordo y prosiguieron la huida a la carrera. Tal vez pensaron que nadie los identificaría.

Diez días después, el pasado lunes, estaban arrestados Iván Abal, el Rubio, y Santiago R. por su relación con esa descarga frustrada, pero también por trabajar a sueldo de la considerada hasta ahora mayor organización de traficantes que operaba en aguas del Estrecho, especializados en importar hachís de Marruecos y cocaína de Sudamérica, ya sea en planeadoras o narcosubmarinos. Y todo ello coordinado desde una urbanización de lujo en Lisboa. El hilo que permitió su identificación a lomos de la planeadora huyendo en Huelva se recoge en llamadas telefónicas intervenidas, transcritas en el procedimiento judicial, y la principal prueba contra ambos gallegos encausados.

Iván Abal, tras su arresto y al ser preguntado por la ausencia de sus dientes, respondió que la carencia viene de lejos y la está remediando con un tratamiento bucodental. Él y Santiago R. pasaron el miércoles a disposición judicial por vía telemática desde los juzgados de guardia en Caldas y Cambados, respectivamente. A las pocas horas ingresaron en prisión provisional por los 627 kilos de cocaína requisados el 5 de abril y por integrar un holding del narcotráfico asumiendo el papel de tripulantes y pilotos cualificados al volante de estos bólidos de la navegación.

Iván Abal el rubio de barro

El ascenso del lugarteniente de otro Rubio, el de O Grove

La reciente detención de Iván Abal, el Rubio de Barro, no sorprendió entre los cuerpos especializados en narcotráfico en las Rías Baixas. En el 2022 fue detenido en el marco de otra operación policial sonada, que implicó el hallazgo de algo nunca visto en Galicia y España: un zulo para esconder narcolanchas bajo una nave industrial en un polígono de Vilanova de Arousa. Aquella investigación pendiente de juzgar —del grupo II de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) de la Policía Nacional y del Equipo Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA) de la Guardia Civil, ambos con base en Pontevedra— situaba a Abal de mano derecha de un viejo roquero de la cousa nosa, Francisco Javier Otero Magdalena, de O Grove y apodado también el Rubio. Aquella trama implicaba también el trasiego de embarcaciones hechas en Galicia para traficar en el Estrecho, y en donde Abal ejercía, entre otras cosas, de portador de petacas de combustible a narcolanchas. También se le ubicó dando sus primeros pasos al timón de planeadoras.

Los seguimientos policiales de entonces a Abal lo retrataron como una persona que manejaba abundante dinero en metálico y amiga de la noche, capaz de resistir horas de fiesta. Incluso cayendo en la paranoia, creyendo en más de una ocasión que sería víctima de un secuestro y llamando al 112 Galicia para alertar de ello, lo que activaba a los cuerpos policiales por si realmente ocurría algo. Desde entonces, hasta su último arresto, resulta evidente que Abal, de probarse que iba a lomos de la narcolancha con cocaína en Huelva el 5 de abril, ha dado un salto en el submundo narco, pasando a trabajar para la considerada hasta la fecha mayor organización que traficaba en esa trinchera que es el Estrecho.