A «Cocina con química», la nueva serie de Brie Larson, le falta algo de sal

La Voz

PLATA O PLOMO

.

Disponible en Apple TV+ se conforma con un baño de estética vintage y el retrato mil veces visto de una mujer que no encaja en su época

18 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Primero fue Peggy Olson, después Midge Maisel y ahora Elizabeth Zott. Cuando una serie se ambienta en los años 50 y 60, cuesta poco detectar el personaje femenino sobre el que va a recaer todo lo malo de la época y, también, toda la responsabilidad de hacerle frente.

Hablamos de esa mujer extraordinaria que sobresale del resto y que logra incluirse en un grupo de hombres (los Don Draper de la vida) como una excepción. Es ella la que tendrá que estar a la altura y representar al resto de mujeres (como si eso fuera posible) para dejarnos a todas en buen lugar. Es la llamada tokenización que, en el 2023, todavía ocurre aquí y allá.

Volviendo al mundo de la ficción, ver a este personaje abrirse camino —bien sea en una agencia de publicidad, en los clubes de comedia o en un laboratorio— puede ser gratificante pero a veces, si no se hace bien, también puede resultar aleccionador, didáctico. y previsible. Ese es el principal defecto de Cocina con química, la nueva serie de Apple TV+, cuyos ocho episodios ya pueden verse en la plataforma.

Una científica brillante California, años 50. Elizabeth Zott (Brie Larson) es una química que investiga la abiogénesis, es decir, la producción hipotética de seres vivos partiendo de la materia inerte, pero le está costando que la tomen en serio: sus compañeros la suelen confundir con una asistente e incluso se ve obligada a participar en un concurso de belleza que se organiza entre las secretarias que trabajan en el laboratorio.

Cuando consigue la colaboración de Calvin (Lewis Pullman), el investigador estrella del centro, las cosas comienzan a cambiar. Primero, porque a él sí le escuchan y, segundo, porque, entre tanto tubo de ensayo y descubrimientos microscópicos, surge el amor.

Acostumbrada a disimular lo que siente —en parte para pasar desapercibida entre tanto hombre—, la protagonista tendrá que aprender a lidiar con unas emociones que, además, pueden interferir en su carrera.

La gran pregunta que trata de responder la serie es cómo una científica brillante como Elizabeth termina en un plató de televisión presentando un programa de cocina, una imagen que se nos ofrece en el primer episodio y hace las veces de gancho para tratar de reordenar la historia.

Ataviada con una bata blanca de laboratorio en lugar de un delantal, las recetas de Elizabeth tienen un fundamento científico, pero sus discursos a favor de la empoderación de la mujer parecen sacados de un libro de autoayuda que se hubiera publicado el año pasado.

A esta trama se une la de sus vecinos y amigos, una familia negra que sufrirá la discriminación de la época y que se proponen desafiar la construcción de una autopista que afectará a la vida del barrio. Lo dicho: los años 50 misoginia + racismo. Todo indiscutiblemente pertinente, pero nada que no viéramos venir.

Si estos días podemos comprobar la garra de Brie Larson interpretando a la Capitana Marvel en las pantallas de cine, en Cocina con química la actriz cambia las mallas de superheroína por los trajes color pastel de otra superheroína. Y quizá sea eso, el esfuerzo indisimulado por construir a una Elizabeth insigne lo que le da a la serie un tono repipi que ni la estética vintage ni los platos deliciosos pueden terminar de contrarrestar.